sábado, 26 de abril de 2008

Lágrimas de oro

Mientras manejo por la acostumbrada carretera panamericana, por el otro carril una vieja camioneta de redilas cargada de paja. Mientras pasa frente a mí, la radio toca: "Tú no tienes la culpa mi amor/ que el mundo esté tan feo/ tú no tienes la culpa mi amor/ de tanto tiroteo".

Esas camionetas siempre me han parecido la versión actual del típico carro de paja que se pintaba para representar la vanidad del mundo, donde toda su gloria es nada, vil paja: vanitas vanitatum, et omnia vanitas...

Las curvas de siempre en esta carretera oaxaqueña, la canción continúa: "Va por la calle llorando/ lágrimas de oro". En mi mente la imagen de una pequeña niña con sus mejillas adornadas por delicadas y resplandecientes lágrimas de oro... La niña, imagen del alma, frente a un mundo enemigo de la verdad y la inocencia.

Inevitable pensar en esas palabras del Nazareno: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros"

Esfera con esfera
(Escultura "Esfera con esfera" en el Vaticano, del artista A. Pomodoro)

sábado, 19 de abril de 2008

En el ombligo de la luna


La misma luna, el mismo sol,
la misma presencia ubicua de Dios,
esperamos bajo la misma luz de vida.



Después de varios años volver a Santa Fe, pasear por Reforma, admirar una exposición de fotos sobre la famosa representación de la Pasíón en Ixtapalapa, comentar la belleza de la noche desde una luminosa avenida, simplemente convencerme que amo en verdad las calles de esta mi Ciudad de México.

viernes, 18 de abril de 2008

Ciudad de México

Ah, qué gusto estar otra vez en la Ciudad de México...





jueves, 17 de abril de 2008

El caminante contemplativo

Como un niño sonriendo ante las nubes, conmovido.
Como un Buda sufriendo compasivo la muerte de un pequeño insecto.
Como un Poverello amando y bendiciendo flores y arbustos a su paso.

jueves, 10 de abril de 2008

¡Viva Dios!

Viva Dios (o Dramática alabanza de un corazón apasionado)

No olvidaré nunca cómo ese hombre, ese artista, ese corazón indómito y vehemente, entre el furor de una intensa e inusual plática de teología, bajo la nube de humos de un ambiente bohemio, de súbito, con toda la fuerza y el entusiasmo de su carácter apasionado y hasta brutal, sin escrúpulos ni diques, desde el teatro de su vida dramática, contra las expectativas de todos, conmovido hasta las entrañas, inspirado hasta las lágrimas, gritó:
-¡Viva Dios!, ¡Viva Dios!, ¡Viva Dios!