domingo, 20 de junio de 2010

Trascendencia de las letras

Recién han muerto Saramago y Monsiváis y algo no me cuadra, no entiendo, la muerte de los escritores desafía nuestra razón, cómo que murieron, si ahí siguen, en sus libros, tan presentes.

Algo no se comprende en la vida cultural de nuestro país sin esa cuasiomnipresencia de Monsiváis -y digo esto aunque no haya sido yo su ferviente lector ni él santo de mi devoción.

Lo que desafía la razón es la trascendencia de los libros, testimonios de una inteligencia que en ellos se hace presente. Este misterio y don de las letras ha permitido a lo largo de siglos el crecimiento moral e intelectual de las almas. Recordemos que el vocablo clásico paideia, no sólo significa educación, cultura, tradición, civilización, también significa: literatura.

La muerte de cualquier persona desafía lo mismo nuestra razón, aunque no hayan escrito ningún libro. La trascendencia es de las personas; las letras, los libros, participan de ella por ser obras espirituales de personas. Las letras y los libros materializan, hacen patente esta grandeza perenne de las almas que no necesariamente deja rastros visibles en el tráfago del devenir mundano.