sábado, 12 de enero de 2008

Bad tourists

Malos turistas, quejándose, riñendo por cualquier cosa, mientras no disfrutan la perfección de las bellas cascadas, gigantescas y sublimes, que se desviven por agradar a sus ojos anglosajones. Queriendo vivir un viaje diferente en un lugar más tropical, pero obsesionados con el calor y los mosquitos, preocupados por la hora de las viandas, desesperados por no convivir... queriendo una programación diferente, un horario más así, un servicio de otro tipo, un guía como el de Madrid… Pesados, odiosos, cansan incluso a unos brasileños a su lado, que tratan con paciencia de suavizar las cosas. El hastío, el ánimo frustante, no son más que malos turistas, que se les va el viaje de sus vidas como agua por las coladeras. Y entre insultos, se desgastan, no se soportan ni ellos mismos, pero vociferan contra la incomodidad del autobús. Mientras ese japonés, casi en éxtasis, no deja de tomar fotografías... al ver -y escuchar- a los animosos turistas, sólo piensa en un antiguo adagio de Nipón, intraducible, pero que de algún modo nos recuerda: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".