Este hueco, esta angustia que hiere como sed desértica, esta trémula inquietud, qué es, sino el dolor del pecado. Esta ausencia que tortura y confunde, hasta quema.
Vencido, en pedazos, fuera de quicio. Vergüenza penitente. La herida del aguijón parece tardar una vida en curarse.
viernes, 30 de abril de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)