jueves, 4 de noviembre de 2010

Aeropuerto Benito Juárez

Otra vez en el aeropuerto, entre gente de diversas razas y naciones, ícono global por excelencia. El mundo me pesa más entre estos pasillos con tiendas, salas de espera, maletas y gente con prisa. Cierta incertidumbre. Las manecillas del reloj enfrente con paciencia recorren su vía habitual, lo mismo que el conserje o el policía de seguridad privada. Los niños humanizan en el lugar, a veces incluso a pesar de los intentos de los padres por limitar su libre cordura. Los niños recuerdan los hogares, contrastan con el mundanal fondo de publicidad, ambiciones, negocios y divisas que saturan los pasillos.

Mañana en Barcelona. No me falta el entusiasmo, tampoco esa latente ansiedad de quien está en proceso de alcanzar su destino.