domingo, 25 de mayo de 2008

Messiah

No puedo encontrar en mi -si quieren, estrecho- inventario mental de obras musicales, una que pueda ser considerada superior al Messiah de Handel.

Una obra auténticamente divina, el Messiah eleva los espíritus atentos, con la misma vehemencia con que su partitura mueve a los intérpretes que, absortos, parecen danzar y alabar devotamente al más grande Lord, mientras ejecutan el apasionado y magnífico himno, como vivas imágenes de un coro celestial en esta tierra.

El Messiah dignifica nuestra vida humana con la perfección de su belleza melódica, su alcance es indudablemente universal: vivifica las almas como agua fresca con su fértil espiritualidad.




¿Habrá quien no escuchará nunca el Hallellujah del Messiah?

Una extraña guerra.

Érase una extraña guerra. Unos traían armas poderosas, la última tecnología y el mejor entrenamiento para matar. Los otros sólo tenían a sus familias, comunión solidaria y fe sobrenatural. Unos se preguntaban si por fin alcanzarían todo el poder, los corazones de los otros, si sería la última persecución...