domingo, 27 de diciembre de 2009

Contando

A J. de N.
Érase una vez, 2, 3 ó 4 veces, daba inicio la cuenta, el rosario de dígitos y su epifanía intelectual que aclaraba aporías de vida con su devenir: 10, 11,12, 13… y el cuento era también un darse cuenta, un orden matemático que contaba con otra armónica y aritmética sucesión: de letras, de palabras, de sentimientos, de hechos... geometrías de pasiones íntimas y vehementes, trama y desenlace, suspenso y éxtasis, suma de drama, ángulos y ángeles en sacras visiones, reflejos de vida esplendorosos en cuentas de perla con hilo de oro obrizo y bruñido… 19, 23, 33, 40, 1000 ó 144 mil billones: sucedía que este cuento tenía que ser y ser contado.