miércoles, 22 de julio de 2009

Cuando comencé a escribir

De niño hacía poemas de amor platónico -redundancias de Bécquer- o sátira en versos -ecos de Quevedo-, en la adolescencia hacía escritos crípticos y novelados -con una sartriana melancolía, con tintes de Zweig, Miller, Camus- pero comencé a escribir más conscientemente en ese verano de 1998, movido por el amor, el blanco de las hojas de papel, el entusiasmo por leer día y noche a Cioran y a Baudelaire, el calor de Puerto Escondido y el vigor de la juventud.