lunes, 14 de septiembre de 2009

El Imperio Aparente

Érase la tiranía de la belleza, un imperio el Vaho de las Apariencias.

La fealdad física, las enfermedades, cualquier deformidad o defecto era delito, traición, anatema. Se prohibían los descuidos que atentaran contra el buen gusto, se encarcelaba por hurto o violación contra la estética. Ya no había lugar salvo para los buenos genes de varones y mujeres saludables y bien parecidos, sólo cabían los bellos que además no cometieran faltas contra la imagen y moral actual de la Moda, que era dictada por el 'bienestar común': la caprichosa estética (que sólo los que reinaban parecían saber qué era eso con certeza).

La terrible gehena en que se quemaban hasta consumirse los feos, los enfermos y los viejos, era también el fuego que cocinaba el suculento y exquisito pastel -tan hermosa y delicadamente adornado con los mejores especímenes humanos- de esta infame tiranía de la belleza aparente.