domingo, 28 de septiembre de 2008

Vida de la montaña...

Viajando por la Sierra Oaxaqueña. Detenerse en San José, admirar debajo de nosotros un vasto mar de nubes que ha inundado de blancura y asombro el increíble paisaje montañoso y descomunal. Convivir riendo como niños entorno a una fogata, gozando el pulso de la vida, pensando como quizá pensaría ya el primer ser humano. Bendiciendo la existencia de los otros, la coincidencia providencial que a los diez nos ha traido hasta aquí. Simplemente, contemplando: las soberbias pinceladas del fuego sobre el lienzo de la noche, la calidez armónica de la naturaleza en los diseños orgánicos e impecables de cada vida... Inevitable la oración, la sabia medicina natural nos ha recordado la gratitud.