martes, 28 de octubre de 2008

Poeta de montaña

Llegó muy cansado después de andar tanto tiempo entre riscos, desfiladeros y caminos empinados -y espinados. La montaña también esperaba su llegada con esa brisa que embriaga, y la calma edénica de su inocencia natural, y el incesante concierto de aves e insectos con que agasajaba a su huésped.

No vive sólo en la montaña el poeta, aunque de ahí sea su vida y el sentido de su ser, también él vaga por el mundo como los antiguos filósofos, pero siempre añorando el hogar de sus ilusiones, el lugar donde canta, esa cumbre donde se contempla, donde se siente más cerca la vida celestial.

Sí, vive sólo en la montaña el poeta, pues cuando vaga por valles fatales y llanos en llamas, apenas y es persona, no canta, no es poeta el pobre mortal.

lunes, 27 de octubre de 2008

Hombre ingenuo

Tenía la sabiduría de los niños, al menos estaba tan cerca como ellos de la verdad del asombro. Podía permanecer boquiabierto como niño encantado por un bien nuevo, y es que siempre mostraba la misma transparencia en sus gestos. Era tonto o simplemente ingenuo, pero la riqueza de su vida interior sin duda que la envidiaría el más erudito intelectual.

domingo, 26 de octubre de 2008

La vieja beata

“Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu” pensó mientras leía en el muro de un antiguo edificio la palabra “Ley”. Caminaba despacio, su cuerpo debilitado por los años apenas le permitía andar a ese ritmo tan anacrónico para la modernísima urbe en que sobrevivía: parecía una estatua entre veloces autos y gente con prisa. El bullicio del tráfago citadino no perturbaba sus pensamientos, que giraban devotamente en torno a Dios y sus Sagradas Escrituras. “El que me ama cumplirá mi Palabra…” recordaba otra vez como habían cambiado su vida estas palabras, tantos años atrás, cuando aún no tenía ni marido ni hijos.

Y al doblar esa esquina, donde otras ocasiones ya había visto a esos jóvenes perdiendo el tiempo entre burlas y embriagueces, alcanzó a escuchar al pasar: “ahí va otra vez a rezar, esa vieja beata, jija…”. Quién podía entenderlo –pensaba sin voltear siquiera- para estos jóvenes la palabra ‘beata’ es un insulto y rezar una irrisión… ¡que Dios les ayude pronto a encontrar la conversión! Con tan pocas fuerzas para malgastar en pasiones de furia, la anciana ya no podía odiar a esos muchachos: sólo quería y pedía para ellos la paz de las almas que frecuentan los sacramentos, el éxtasis de los que oran con el mayor fervor, la gracia de los que creyentes que esperan en Dios.

En ese momento su preocupación se concentraba en llegar temprano a misa, antes incluso de que el sacerdote entrara. Como quinceañera enamorada ya no podía esperar más, sus ojos reflejaban el brillo de tan jovial ilusión: anhelaba con todo su corazón que llegara ese momento dorado en que recibiría a su Amadísimo Señor. Aun llena de amor, de fe y esperanza, aun con todo el heroísmo de su paciencia cultivada por décadas, aun con su perspectiva alegre y cristiana de la vida, todo el día era de un gris fatigoso hasta que llegaba ese sagrado momento, que daba sentido a los últimos días de su existencia en esta vida terrena de dolores y angustias. Sólo quería vivir para Jesús, y sólo en la Eucaristía se acercaba tanto y tan íntimamente al Amor de sus amores. Sí, ya no había cabida para albergar otro tipo de deseos, sólo quería vivir para el Santísimo Sacramento del Altar.

Fortaleza de Ulises

La esperanza de volver a Ítaca, de sentir esa brisa en la cara, esas manos de mi amada fiel sobre las mías, y poder mirar los rostros más familiares, y ese firmamento de estrellas siempre vivas y refulgentes. Esta fe nunca me ha abandonado. Por eso insisto, después de tantos años, por eso aún guardo vigor para la lucha diaria, aunque toda mi tripulación caiga en la tentación de la desesperanza. El canto de la gran lechuza no se ha cansado de susurrarme la certeza de mi ilusión: volveré, llegaré a la patria de mis anhelos, y no por mis propios méritos sino por divino decreto del Dueño de todos los destinos.

sábado, 18 de octubre de 2008

El tiempo es oro...


¿Cómo es posible que nos abandonemos a la pereza cuando hay tantas cosas por hacer en esta vida breve? Cuántas posibilidades de crecimiento se ofrecen cada día, cuántas acciones creativas y edificantes cada hora, cuántas personas imploran la ayuda de personas diligentes, cuántas necesidades por atender en nuestra propia familia, cuántas ilusiones por regalar a nuestros amigos, cuánto bien hemos dejado pasar de largo mientras perdemos minutos aúreos entre las frivolidades de la molicie...

miércoles, 15 de octubre de 2008

Viaje de trabajo

El trabajo no sólo produce cultura y bienestar, también acrisola voluntades, perfecciona almas, enriquece la vida misma.

Importancia de la vocación.

Todos estamos en un viaje de trabajo. El descanso y el hogar, en el más allá.

Haciendo mezcal

domingo, 12 de octubre de 2008

Reina del Pilar

Hoy se celebra a la Virgen del Pilar en España y en todo el mundo hispano. Es un día importante en mi familia: mi madre, mi hermana y mi hija llevan el nombre de esta advocación mariana, aparición primera en la historia de la Iglesia, sucedida en Zaragoza ante el Apóstol Santiago (El Mayor).

sábado, 4 de octubre de 2008

San Francisco de Asís

Pocos personajes históricos me entusiasman tanto como Francisco de Asís. Me cuesta trabajo poder imaginar tanta grandeza y profundidad como la de su alma.

Él sí que supo personificar la humildad misma, sólo vestía ese rudo harapo que aún es posible admirar en el bello templo de Asís dedicado al Poverello. Eliminó las bolsas de la ropa de sus monjes, para no llevar nada, para no tener ni el mínimo centavo, para tener la confianza toda depositada en la voluntad de Dios. Desapego que envidiarían los budistas si le conocieran, autarquía que hubieran anhelado los cínicos, firmeza de voluntad que hubieran admirado los estoicos. Naturalistas y ecologistas han querido colgarse sus méritos viendo en él un precursor. El revolucionario Lenin pedía doce franciscos para verdaderamente cambiar el mundo: en realidad, bastó solo uno para revolucionar la conciencia misma de Occidente.

Cuántos santos varones palidecen frente su altura, ¿quién venció así al egoísmo? ¿quién supo amar así a su prójimo y a la naturaleza? ¿quién imitó tan plenamente a Cristo, haciéndose a tal grado a su imagen?

San Francisco de Asís