domingo, 26 de octubre de 2008

Fortaleza de Ulises

La esperanza de volver a Ítaca, de sentir esa brisa en la cara, esas manos de mi amada fiel sobre las mías, y poder mirar los rostros más familiares, y ese firmamento de estrellas siempre vivas y refulgentes. Esta fe nunca me ha abandonado. Por eso insisto, después de tantos años, por eso aún guardo vigor para la lucha diaria, aunque toda mi tripulación caiga en la tentación de la desesperanza. El canto de la gran lechuza no se ha cansado de susurrarme la certeza de mi ilusión: volveré, llegaré a la patria de mis anhelos, y no por mis propios méritos sino por divino decreto del Dueño de todos los destinos.

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