jueves, 3 de enero de 2008

Viajar, contemplar y ser humano

El viajar invita a la contemplación, por lo tanto, humaniza.

(Y este carácter humanizador es más importante que su carácter ilustrativo)

Por algo en la antigua Grecia, se podía decir que ser filósofo era también ser viajero.


Arco iris sobre la carretera

Viaje magallánico

Durante el último mes del año 2007 que recién se ha extinguido, recibí la gran bendición de viajar por Argentina. Mi percepción es que apenas estoy regresando, aunque ya han pasado dos semanas. Lo que he podido ver ha rebasado por completo mis expectativas, quedé maravillado y enamorado de un país lleno de belleza. Nunca pensé recorrer la Patagonia, mucho menos imaginé que fuera tan increíble: como el turquesa del río Argentino, sus paisajes ni soñados podrían haber sido tan bellos. País de viajeros y exploradores, gente de semblante amable, tan europeos en tantas cosas, tan viajantes como yo sobre un catamarán por el Canal de Beagle. Con todo, admirablemente, se han forjado una identidad a golpe de esfuerzo e historia, como San Martín con voluntad logrando la patria argéntea.

Y aunque ahora estoy en mi domicilio actual -en mi patria, bajo el techo que habito, en mi escritorio, sentado fumando mientras trabajo en la computadora- sigo lejos de mi casa, pobre quijote de mí, triste náufrago: el tesoro de mi corazón no es de este mundo.

Estepa patagónica

Lago Onelli


Fotos: 1. "Estepa patagónica"; 2. "Lago Onelli".