jueves, 24 de diciembre de 2009

Noche Buena

En esta víspera del día de tu encarnación, sólo me queda volverte agradecer, Señor de mi alma, por la vida, por mi familia, por todo lo que tengo y todo lo que no tengo; por la especial convivencia de estos días, por las luces de colores, los árboles decorados, las velas, la comida y las risas de los niños; por los recuerdos y el amor vivo que nos hace extrañar a los que están ausentes; por tantas cosas que es imposible enumerar, toda la gracia que has derramado desde el humilde pesebre de Belén.