miércoles, 24 de septiembre de 2008

9 - 11

En este mes también resulta inevitable recordar la caída de las torres gemelas de Nueva York. No se borran de nuestra memoria los aviones ni su impacto entre llamas y pánico.

No podía creer lo que estaba viendo en las noticias. Es la única vez en mi vida que recuerdo haberme sentado delante del televisor con la boca abierta. Aquellas imágenes eran la evidencia de que entrábamos en una nueva época. Antiguas certidumbres, viejas seguridades, caían también con esas torres colosales.