La pipa, el cuaderno, los lápices, el quinqué. Un azul -casi morado, es curioso- resplandece desde la pantalla sobre las manos y el teclado sin denscanso.
Se enciende el fuego que ilumina esta escena con lápices de un más allá apenas intuido. El misterio presente, que a todas luces nos antecede, desde un primer momento nos recuerda como la kipá del religioso nuestro humilde lugar en la creación.
miércoles, 28 de julio de 2010
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