viernes, 18 de julio de 2008

La pecera nueva

Por fin, ayer quedó armada mi pecera nueva. Quién iba decir que este hecho tan aparentemente trivial, me haya llenado tanto de esperanza, como con un ánimo renovado: me ha entusiasmado como un importante suceso.

De pronto, mientras miro detenidamente, veo tras el cristal una analogía de la vida toda, como si en esos cuantos litros de agua cupiera la vastedad de todo lo que vive. Y pienso en tantas cosas mientras contemplo el devenir impredecible y asombroso de la vida en el acuario comunitario, los caracoles, los peces, las plantas, y el arrullo del agua en movimiento, que facilita la concentración invitando al recogimiento meditativo.

Y uno hasta proyecta su conciencia en los peces, imaginando el mundo desde su perspectiva, tratando de espiar tras la barda que separa nuestras existencias, no necesariamente con éxito... Y con esta proyección, uno comienza ya a pasearse entre los troncos y piedras volcánicas, entre la cortina de burbujas o entre el falso coral que adorna la pecera.