domingo, 26 de octubre de 2008

La vieja beata

“Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu” pensó mientras leía en el muro de un antiguo edificio la palabra “Ley”. Caminaba despacio, su cuerpo debilitado por los años apenas le permitía andar a ese ritmo tan anacrónico para la modernísima urbe en que sobrevivía: parecía una estatua entre veloces autos y gente con prisa. El bullicio del tráfago citadino no perturbaba sus pensamientos, que giraban devotamente en torno a Dios y sus Sagradas Escrituras. “El que me ama cumplirá mi Palabra…” recordaba otra vez como habían cambiado su vida estas palabras, tantos años atrás, cuando aún no tenía ni marido ni hijos.

Y al doblar esa esquina, donde otras ocasiones ya había visto a esos jóvenes perdiendo el tiempo entre burlas y embriagueces, alcanzó a escuchar al pasar: “ahí va otra vez a rezar, esa vieja beata, jija…”. Quién podía entenderlo –pensaba sin voltear siquiera- para estos jóvenes la palabra ‘beata’ es un insulto y rezar una irrisión… ¡que Dios les ayude pronto a encontrar la conversión! Con tan pocas fuerzas para malgastar en pasiones de furia, la anciana ya no podía odiar a esos muchachos: sólo quería y pedía para ellos la paz de las almas que frecuentan los sacramentos, el éxtasis de los que oran con el mayor fervor, la gracia de los que creyentes que esperan en Dios.

En ese momento su preocupación se concentraba en llegar temprano a misa, antes incluso de que el sacerdote entrara. Como quinceañera enamorada ya no podía esperar más, sus ojos reflejaban el brillo de tan jovial ilusión: anhelaba con todo su corazón que llegara ese momento dorado en que recibiría a su Amadísimo Señor. Aun llena de amor, de fe y esperanza, aun con todo el heroísmo de su paciencia cultivada por décadas, aun con su perspectiva alegre y cristiana de la vida, todo el día era de un gris fatigoso hasta que llegaba ese sagrado momento, que daba sentido a los últimos días de su existencia en esta vida terrena de dolores y angustias. Sólo quería vivir para Jesús, y sólo en la Eucaristía se acercaba tanto y tan íntimamente al Amor de sus amores. Sí, ya no había cabida para albergar otro tipo de deseos, sólo quería vivir para el Santísimo Sacramento del Altar.

9 comentarios:

Unknown dijo...

así cuentan. que vivir así no más con una sola intensión, con un solo deseo, es liberador. aislarse, dejar de interactuar con aquellos que son distintos, y poder escapar por fin de la complejidad y diversidad de las creencias, es la salvación.
me parece que esta entrada se contradice con la otra sobre la pereza y todo lo que había que hacer en la vida, las obligaciones esas, o llamados, que es lo mismo para el que se dice espiritual. será que hay dos caminos, entonces? devoción o servicio social? si hay dos, no habrá un tercero? qué pasa con los que nos decimos artistas, no estamos dentro de la ley de dios? (y no quiero escuchar la parábola de los talentos, no más tus palabras) =)

JBF mx dijo...

Sí reconozco dos caminos: uno más interior y contemplativo, el de la verdad; y otro más activo y comunitario, el de la amor.

El camino de la verdad habría sido el de los monjes, el de hombres entregados a la búsqueda interior como Edith Stein, Teresa de Ávila, Tomás de Aquino, o el famoso "Peregrino Ruso" de la Iglesia Ortodoxa.

El camino del amor habría sido el de los hombres como Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, o incluso de personajes más políticos como Juan Pablo II: es decir, personas entregadas a la acción social y el bien común, a la ayuda del prójimo, buscando siempre la felicidad de los otros.

En este sentido, los artistas también encontrarían dos caminos para su desarrollo espiritual. Aunque me parece que abundan más los artistas contemplativos, no lo aseguro, es sólo una percepción.

quique ruiz dijo...

La vieja beata me intriga, y no porque sea una beata o le guste tanto ir a misa o rezar, sino por qué todo lo demás es gris en su vida. Es decir, que Dios sea el máximo goce recibible no necesariament significa que todo lo demás tenga que ser gris, o que haya cosas gozables en la vida no hace que Dios sea menos gozable.
Pos bueno...

Unknown dijo...

yo creo que hay gente más sensible que otra, que tiene baja tolerancia para lo que perciben como los sufrimientos de la vida, (sólo ahora se sabe que tales sufrimientos son relativos, toy leyendo a víctor frankl, por eso lo digo) entonces esos son los que anhelan y buscan un espacio luminoso, libre de sufrimiento, de puro amor. pero lo loco es que al encontrarlo, nos separamos aún más de la posibilidad de ver la belleza y el amor que sí existen en el reino del mundo. para mí, la vieja beata, es una vieja fanática, y todo fanatismo tiene ese lado oscuro, de rechazo y separación con los que no comparten su creencia. y es como pintar, si le pones sombra por este lado, el otro lado se ve más luminoso, si de plano le pones negro con ganas, la luz brilla áun más en el otro lado. y así.

JBF mx dijo...

Cuando pienso en la frágil viejecilla que me inspiró a dejar por escrito su perspectiva en el mundo, no puedo juzgarla tan fácilmente como una fanática. Muchas veces existen distancias que parecen infranqueables, aunque en realidad sólo sean cuestiones estrictamente culturales o generacionales. En lo demás: "Nada de lo humano me es ajeno". Aunque veces sea realmente difícil tener la empatía para no catalogar personas, para no hacer ajeno al prójimo.

quique ruiz dijo...

Yo creía que la vieja beata no estaba basada en un personaje que existe; creía que era puro invento tuyo. También creí que 'beato' significaba 'entregado a Dios'. Cuando pensé en 'entregado a Dios', imaginé que alguien entregado a Dios era alguien que tiene su mente fija en Dios o que ve el mundo, las cosas del mundo a través de Dios, a través de la presencia de Dios en las cosas, en el mundo.
Como creía que la vieja beata era puro invento y como creía que 'beata' era 'entregada a Dios', me había parecido innecesario o incongruente que mencionaras que su vida era toda gris salvo por ese momento de misa, ya que estaba entregada a Dios: cómo vivir la vida así si sólo se tiene a Dios en la mente o se ve la vida a través de la presencia de Dios.
Cuando ya me enteré que la vieja beata estaba basada en alguien, me intrigó más la vieja beata: ¿por qué su entrega sólo se da en un momento y lugar determinados?, ¿qué pasaría con ella si desapareciera la iglesia a la que asiste?
Pero se me ocurrió buscar 'beato' en el DRAE y encontré que 'beato' es 'persona muy devota que frecuenta mucho los templos', y me dio risa.

Unknown dijo...

y no hay ningún lado donde diga que beato es fanático?

JBF mx dijo...

Quique, supongo que la clave para resolver la contradicción tiene que ver con la distinción teológica entre el modo de Dios de 'estar presente' en todas partes y en todo momento (el concepto de omnipresencia) y el modo de estar presente en la Eucaristía. Es un asunto complejo aun para los teólogos, por lo que no intento aquí explicarlo, tan sólo señalo que ahí radica la diferencia entre la entrega cotidiana y el encuentro eucarístico.

quique ruiz dijo...

Se me ocurre que se podría establecer una correspondencia entre los modos de la presencia de Dios y modos de beatitud; así se eliminaría la contradicción al suponer una sola beatitud, ¿no? A la omnipresencia le correspondería la beatitud de omnipresencia y a la presencia eucarística la beatitud eucarística. De haber otro modo de presencia divina, esto supondría la posibilidad de otro modo de beatitud... Creo que esto está muy matemático, jajajaja: me acordé de las funciones biyectivas.