En los Yamim Noraim, Ben comía tan poco. Estaba tan acostumbrado que no le costaba trabajo comer menos, el sacrificio era dejar las ricas nueces. Se consolaba con calabazas, datiles o miel.
Ofrecía todo tipo de penitencias, las cosas mínimas, dado que en estos días, a todas horas tenía en mente el nombre y la voluntad de su Dios y Creador, el Señor de Israel, bendito sea por siempre.
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