Sólo Tú comprendes las más íntimas heridas, los más silentes motivos de este humano corazón; sólo Tú en las raíces mismas de los pensamientos más callados, dominas y descifras las oscuras reticencias y la naturaleza elíptica de esta mente, tan hermética y errática; sólo Tú reinas en las arterias y en su ritmo, en la eléctrica vida de los nervios, y hasta en la muda y mecánica organicidad de los huesos y músculos.
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